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Disfruta de la Navidad, sin gastar mucho dinero

En las calles ya lucen los alumbrados, por la puerta de algún comercio se escapan las notas de los villancicos populares y las escaparates, centros comerciales y balcones deslumbran con “papá noeles”, muñecos de nieve, belenes y originales decoraciones. Ha llegado la Navidad, y con ella las compras y las ocasiones para estar con la familia y los amigos a los que hace meses que no vemos. Pero más allá de la vorágine consumista, la Navidad se puede disfrutar con muy poco, basta que el espíritu se impregne de la esencia navideña y sonreír al año que llega.

La esencia de la Navidad

Desde que noviembre asoma por el almanaque, comienzan las conjeturas de los regalos navideños. A todos nos gusta recibir un detalle en estas fechas, un algo que quizás no nos haga falta, pero que suele llegar cargado de ilusión. Y esa es precisamente la esencia al entregar un regalo: la ilusión con la que lo hacemos. La Navidad nos llama al consumo, pero no debemos dejarnos llevar por la vorágine. Desde Contante apelamos a un consumo responsable, de acuerdo a las posibilidades de cada uno. Somos conscientes de que el dinero es necesario, pero no hacen falta grandes cantidades para ser felices ni alcanzar un estado de plenitud, en las pequeñas cosas es donde reside la esencia de la Navidad. Son días para estar con los tuyos, recordar con cariño a los que faltan y disfrutar de los más pequeños. La Navidad hace de nexo de unión ntre las personas, impregnándonos de solidaridad y optimismo, para brindarnos la oportunidad de borrar el pasado y compartir la esperanza de un nuevo año.

Gastar poco para disfrutar mucho

Quizás sea en estas fechas de final de año cuando nuestra conciencia social está más a flor de piel. Lejos de reducir la Navidad a una reivindicación contra la pobreza y la guerra, en pos del amor y la paz, ésta es una ocasión propicia para reconocernos a nosotros mismos y darnos cuenta de que no hace falta tanto para vivir. Fíjate en la ilusión de los niños cuando ponen el pino, cantan los villancicos o se visten para la comida de Navidad. Eso sin hablar de la mañana del 25 de diciembre o de la Epifanía, cuando se levantan ansiosos por ver qué le han dejado los respectivos debajo del árbol. Llevan semanas esperando abrir esos mágicos regalos llegados desde muy lejos, pero ¿es necesario gastar mucho en ellos? No. Los niños derrochan fantasía y cualquier detalle, acompañado por una mágica historia, puede llenarles de alegría.

Tradiciones navideñas para todos los gustos

Pocos alimentos son tan humildes y económicos como las lentejas, y sin embargo son el plato más cocinado en muchas casas de familia en la víspera de fin de año. Ya con el niño Jesús ocupando su lugar en el Portal de belén y san José y María esperando la visita de sus majestades de oriente, las familias se reúnen a la mesa en torno a un humilde plato de lentejas, que habrá quien adorne con algún embutido de la zona. La Navidad es el paradigma de las tradiciones. Las lentejas son el ingrediente principal en el almuerzo de Nochevieja en muchas casas de España, Italia, Alemania y otros tantos países de centro Europa. Por cierto, los alemanes guardan un poco de la comida en la despensa para apelar a la buena suerte en el año venidero. En las Islas Británicas, sin embargo, son más de meterse “entre pecho y espalda” un plato de pudín antes de ir a despedir el año a Trafalgar Square o bajo la torre del Big Beng. El año nuevo está asociado a la buena suerte, la nueva vida, el “borrón y cuenta nueva”. Los daneses lo escenifican rompiendo la vajilla vieja en la que han cenado ante la puerta de vecinos y amigos. No es que estén buscando gresca, es su peculiar forma de felicitar el año y desear buena suerte a los inquilinos de la casa. En busca de suerte van también los japoneses, afortunados por ser los primeros en calentarse con los rayos del sol naciente. La tradición nipona es tomar una sopa calentita de fideos y luego ir a los templos a pedir salud y suerte para el año que estrenan. En Francia, por ejemplo, no son tan cautos con las comidas navideñas. Nuestros vecinos del norte gustan de llenar la mesa con abundantes manjares para concluir la noche agarrados a un copa de champán y besando a quien se ponga por delante. Al otro lado del Atlántico, en nuestra querida Argentina, la buena suerte se invoca con fuego y espectáculos pirotécnicos. Arden los muñecos que representan lo viejo y se estrenan los nuevos ropajes que traen la suerte del año nuevo. Ya ves que para ser feliz no hace falta tanto. Basta con reunirse con la familia y los amigos, tener presente la esencia de la Navidad, un poco de ilusión envuelta con papel de regalo y disfrutar de los pequeños detalles. De parte de todo el equipo de Contante, te deseamos una feliz Navidad y suerte para el año 2015.  
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